Nuestras “pirámides” están bajo tierra
Imagínense… ¿Qué pensarían si les dijeran que en Asturias hay pirámides? Sí, pirámides como las de Egipto, u obras de ingeniería majestuosas, equiparables a la Torre Eiffel, la Muralla China, el Empire State o el Taj Mahal. Grandes obras que se han convertido en reclamos turísticos mundialmente reconocidos por su majestuosidad, por su historia o por su singularidad. Pues bien, según este criterio, en Asturias también tenemos “pirámides”.
¿Entonces? ¿Cómo es que casi nadie las conoce? Sencillamente, porque en Asturias, algunos de nuestros tesoros están bajo tierra, ocultos. No obstante, pese a esta posición desfavorable, enterrada, de nuestra “pirámide”, eso no evita que goce de todos los ingredientes necesarios para convertirse en un hito turístico como el Big Ben o la torre Burj Khalifa de Dubai.
Su descripción no deja lugar a las dudas. Nuestra “pirámide” se extiende por el subsuelo a lo largo de cinco mil kilómetros de túneles, en ocasiones a dos mil metros de la superficie, constituyendo uno de los mayores laberintos que se puedan visitar en el mundo.
En su construcción, que duró más de 260 años, participaron miles de empresas y alrededor de cuatrocientos mil trabajadores, de los que cinco mil perdieron la vida en accidentes durante la ejecución de las labores.
Nuestras pirámides, atesoran valores históricos, técnicos y antropológicos; y el conocimiento de sus entresijos resulta clave para entender el mundo actual en lo industrial, lo económico, lo tecnológico, pero también en lo social, lo político, lo demográfico, en el urbanismo y en un larguísimo etcétera de diferentes disciplinas.
Nos referimos a la minería del carbón en Asturias, a los cientos de minas y castilletes, a los miles de kilómetros de galerías que constituyen, junto a todo el territorio minero del centro del Principado, uno de los “ecosistemas” más completos que se pueden encontrar en el mundo sobre la Revolución Industrial, un entorno que nos habla por sí sólo de la épica de la fiebre del “oro negro”, un carbón que fue cimiento para la transformación de la sociedad contemporánea.
Desde el carbón se explican los movimientos sociales, la transición demográfica, el crecimiento urbano, la generalización del consumo de productos y servicios, las transformaciones de la economía, la sociedad y la tecnología, los cambios políticos e ideológicos, las Guerras Mundiales, el nacimiento de la Unión Europea, las incertidumbres medioambientales, el desarrollo de la ciencia y la cultura… Todo. El carbón es la bisagra, el eje sobre el que la Humanidad dio su último gran giro.
Ahora, todo eso, puede descubrirlo de la mano de Minas de Asturias, una marca que suma las ofertas de tres centros enclavados en las cuencas mineras asturianas –el Museo de la Minería y la Industria de Asturias, el Ecomuseo Minero del Valle de Samuño y el Pozo Sotón– que pretenden acercar al gran público un recurso turístico cultural ofreciendo una experiencia global repleta de emociones con un contenido único en el mundo. Nuestras puertas están abiertas para que descubran nuestras pirámides.
Museo de la Minería y de la Industria de Asturias
Calificado como museo industrial, científico y técnico, el MUMI, como se le conoce familiarmente, abrió sus puertas en 1994. Desde entonces han pasado por sus instalaciones dos millones de personas. Sus salas encierran fondos de referencia nacional e internacional en materia de explosivos, fósiles, medicina y locomotoras de vapor. Su máximo atractivo lo constituye la mina imagen, un recurso pedagógico y lúdico enfocado a la familia. El MUMI completa esta oferta con un tren subterráneo que conduce a los visitantes hasta el Pozo San Vicente. Allí, se está desarrollando un Museo del Movimiento Obrero.
Pozo Sotón
Pozo de la empresa pública HUNOSA que en 2015 se convirtió en la primera mina del mundo que ofrece al visitante la posibilidad de ser minero por un día a seiscientos metros de profundidad. La mina, Bien de Interés Cultural, está considerada un punto de referencia en la prestigiosa Ruta Europea de Patrimonio Industrial (ERIH) y ha sido catalogada por el Comité Internacional para la Conservación y Defensa del Patrimonio Industrial (TICCIH) entre los cien elementos más representativos del patrimonio industrial español. Por razones de seguridad, la entrada es restringida a sólo 30 personas al día.
Ecomuseo Minero Valle de Samuño
Los protagonistas son el tren de los mineros y el emblemático pozo San Luis, Bien de Interés Cultural. La recuperación de las trincheras de los ferrocarriles mineros del Valle del Samuño permite a los visitantes recorrer en tren minero los caminos del carbón hasta el Pozo San Luis. El tren asciende por la ribera del río hasta llegar al Pozo Samuño, donde se adentra en la oscuridad del Socavón Emilia para circular bajo tierra hasta el desembarque. Allí, a 32 metros de profundidad, los guías reciben a los pasajeros, que ascienden al exterior para visitar el Pozo San Luis, en el que destaca su casa de máquinas.